Por una entrada anterior ya
sabéis que yo aprendí mis primeras nociones de surf con un vídeo, durante los
seis meses que duró el Erasmus de mi hija Júlia y con una de sus tablas. Mi
gran ilusión fue, en aquella época, ir a surfear con ella a su regreso.
Un referente importante en mi
surf han sido dos de mis tres hijos. Júlia fue la primera de la familia, sus
primeras nociones vinieron de unas clases en la Zurriola. Mi hijo Joan empezó
más tarde que yo. Los dos fueron varios años a la playa de Razo, Galicia, a la
escuela Art Surf Camp. La época que vino Joan a surfear con nosotras me dió
buenos consejos, fue mi pequeño-gran maestro. El poco estilo que tengo se lo
debo a él. Júlia pocas instrucciones me ha dado, pero yo secretamente la he
intentado imitar en todo. Ella ha sido para mí mi gran ídolo del surf.
Yendo a surfear con los dos
fueron mis años dorados del surf. Era feliz cómo madre y cómo surfista.
Actualmente voy sola, este paso
ha sido largo y doloroso. Muchas remontadas con lágrimas en los ojos, aturdida
por los recuerdos. Con el tiempo he aprendido a disfrutar de mi surf en
solitario, a buscar las mejores playas y olas para mi nivel. He descubierto la
paz interior que te dan las sesiones tranquilas y también he aprendido a recrearme en las
sesiones más complicadas con la adrenalina a tope. Siempre intento buscar baños
con muy poca gente en el agua, me aportan más paz.