Esta mañana hemos ido Josep M y yo a la fundición de bronce
de Vilasar y he cogido la flama por si
podía aprovechar el medio metro que creía que había por el Mareme. Mi gran sorpresa ha sido, al ver la costa ¡Los
olones que había para ser pleno verano! He optado por un spot conocido debido
al tamaño de las olas. Si son pequeñas me atrevo en cualquier playa, pero si pasan
del metrillo prefiero saber donde y por
dónde entro.
Siguiendo la costa del Maresme me iba poniendo nerviosa al
ver las olas turqueses, características de esta parte de Cataluña. Los semáforos
me parecían eternos…
Finalmente alcancé mi destino, Montgat. Es el spot en el que
aprendió a surfear mi hija Júlia y en el que yo me inicié. Sus olas abren de
izquierdas y derechas, pero es más significativa su rápida, tubera y divertida izquierda. No es una ola para
principiantes, pero nosotras desconocíamos otros spots de nuestra comarca y, en
aquella época, toda la información que teníamos era la webcam del Masnou, que de
lejos se veía el mar, y si había alguna raya blanca es que teníamos olas -Hoy en
día añoro esta webcam- Tampoco teníamos Windguru y nos conformábamos mirando el humo de las tres chimeneas de Sant Adrian
para saber si el viento era favorable. Eran otros tiempos, ahora es más fácil o más difícil ya
que hay mucha gente en la mayoría de los picos!
Esta mañana he disfrutado con mi querida Flama. He entrado a la izquierda del espigón y venían series de izquierdas y derechas de un buen metro largo y hasta tenían un buen recorrido, para ser olas de verano.
La tremenda orillera que se forma en el Maresme, siempre ha
sido mi principal preocupación cuando entro en esa playa. Hay un buen escalón
para salir, que se junta con la contra que entra y la siguiente ola que llega,
si no coordinas todo esto el resultado es un buen revolcón con un final muy
poco glamuroso. He visto muchos de estos en Maresme y Barceloneta,
incluso tablas partidas por la mitad debido al fuerte impacto.
Un buen baño sorpresa, incluido el pequeño revolcón de la salida, pero
que ha sido recompensado con un buen sorbo de cerveza que me ha ofrecido mi paciente
marido junto a unas bonitas fotos de
postureo post surfing.