El día 3 finalmente llegaron las olas tan ansiadas a la
costa catalana después de 18 días de ausencia, al menos para mí. Tenemos una mala temporada.
Entraba de ENE y en las playas que
normalmente frecuento había mucha corriente, la opción era Barceloneta que
entraba muy bien y sin corriente, el gran problema es que era domingo y esta
playa se masifica mucho y más con “el mono” que hay últimamente.
Encontré un buen sitio, me costó
un buen rato. Estaba contenta ya que entre toda la peña yo iba cogiendo mis olas, alguna buena y otras no
tanto, pero a la hora de salir del agua llegó mi gran derecha. Fue tan sublime bajar la pared acariciándola suavemente con la mano que
decidí remontar y esperar otra ¡Mi gran error! Me rompió una gran ola encima y
por sostener la tabla, para que no le diese el golpe a un paddle que tenía muy
cerca, ésta me golpeó por la parte de las quillas en la cara. El resultado fue
de cuatro puntos en una ceja y dos en el pómulo. Pude seguir remando hasta la
orilla a pesar de estar asustada pues durante unos segundos perdí la visión y entre la sangre y las olas, que no paraban de venir, solo pude aferrarme a la tabla, tenía miedo. Me consuela pensar que al sujetar la tabla el impacto fue menor.
No es mi primer accidente y en el
agua pocos surfistas se dan cuenta de que alguien tiene problemas, aunque esté abarrotada.
En tierra fue un poco diferente,
dos francesas, preocupadas, se acercaron cuando intentaba limpiarme las
heridas en la ducha, les dije que iba al hospital. Otro chico me dijo que llevaba un buen golpe, otros me hicieron fotos. A la hora de la
verdad te encuentras sola, sangrando, con un neopreno de invierno difícil de
quitar, conduciendo hasta casa utilizando pañuelos de papel para amortiguar la
hemorragia y al llegar a casa recibir la bronca de un marido preocupado.
El resultado de todo esto hace
que me sienta estúpida, por una parte está mi gran pasión, pero por la otra reconozco
que tengo muchos años, este accidente hizo que me sintiese más rancia, la
sensación de estar haciendo lo que no toca por edad.
Unas tiernas y alentadoras
palabras de Laura, mi nuera, sirvieron para remontarme, hicieron que me sintiera menos majadera.
Mi pasión es más fuerte que mi sensatez y seguiré buscando esas olas por
nuestra costa y más allá.