Flama es mi tabla de surf de madera de paulownia, ecológica y hecha expresamente para mí. El shaper que ha realizado este cuidadoso trabajo es Sergi Galanó. En este blog intentaré exponer mis emociones, las sensaciones y los pequeños avances que voy realizando con mi apreciada Flama. A la vez iré explicando mis inicios en el surf y alguna que otra historia.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Finde asturiano


Para variar esta vez también nos ha acompañado la lluvia, el viento racheado y mucho mar. Al ver que las previsiones eran tan malas decidimos dejar a Nana en Barcelona. Estar en casa de Júlia y Raúl con el perrin siempre empapado me resulta incomodo.

Hicimos noche en Getaria para poder disfrutar de los placeres que proporciona una comida en Elkano.

A pesar del mal tiempo disfrutamos con alguna salida cercana. El sábado por la mañana  estuvimos en el  parque natural de las Ubiñas, las tierras de Raúl. Los pequeños pueblos colocados estratégicamente por la montaña nevada daban el aspecto de una Navidad anticipada.

A última hora de la tarde vimos por la ventana la espuma de alguna ola y, ya que las previsiones no prometían muchos más baños, cuando nos decidimos a entrar eran las 17:45 h. Teníamos muy poco rato de luz.

Cerca de casa tenemos la playa de Poniente que cuando el mar está muy desfasado entra una ola bastante ordenada y que abre bien. Es una playa urbana muy resguardada, construida en la antigua ubicación de unos astilleros, junto al puerto deportivo.  

Era la primera vez que entrabamos allí. Rápidamente cogimos una par de olas cada una y remamos unas cuantas más, pero ya sin ver ni para donde rompían. Estuvimos casi una hora jugueteando con las olas. Al salir el problema fue por dónde. Habíamos entrado con media marea andando tranquilamente sobre un fondo de arena, pero al salir ya casi teníamos bajamar y cuando el agua nos llegaba a las pantorrillas descubrimos que todo eran piedras y más piedras de un buen tamaño. Tardamos mucho en llegar a la orilla, poco a poco, calculando cada paso y utilizando la tabla de soporte, ya que nos daba miedo torcernos un pie. Yo no llevaba escarpines lo cual dificultó mucho más la operación.

Una vez en tierra llegó el momento de encontrar las chanclas. Nos reímos buscándolas en la negra noche. Entramos con tanta ansia que no me fijé en la zona que las dejé ¡Parecíamos novatas!

Desconocíamos las condiciones en las que funciona esa playa, pero ese día aprendimos que con marea baja no son las mejores, no solamente por la dificultad de salir sino porque las olas perdieron su fuerza y su forma; con marea media rompían mucho mejor, sobre todo las izquierdas. He observado que algunas veces hay un desnivel en la orilla que provoca una contra ola que puede dificultar para surfear con pleamar. En mis próximos viajes lo comprobaré ya que toda mi experiencia surfera en la playa de Poniente se limita a ese bañito, a muchos paseos con Nana y no había entrado ni a nadar.

El domingo íbamos hacia la basílica de Covadonga y al ver que la carretera que conduce a los lagos estaba abierta cambiamos la ruta, era uno de los pocos días  de invierno que puedes ascender. Fue tan inesperado que no íbamos ni vestidos de montaña; un gran regalo disfrutar de ese bello e impresionante paisaje  y con muy poca gente. Al bajar comimos en un restaurante mágico por el entorno y divino en lo referente al paladar, el Molín de Mingo, un antiguo molino rodeado de montañas en dónde el tiempo se detiene. Te has de perder por las carreteritas del Peruyés para encontrarlo y necesitas tanto un buen conductor  como una buena copiloto como Raúl y Júlia.

Al día siguiente, muy a pesar nuestro, se nos acabó el finde asturiano y emprendimos la vuelta a casa, feliz, pero con el corazón un poco encogido y siempre con muchas ganas de volver.




jueves, 14 de noviembre de 2019

Un día de filmación


Hace un tiempo me eligieron para participar en un documental sobre el surf en Catalunya, 265 es su título, que hace referencia a los días que no solemos tener buenas olas en nuestro mar mediterráneo. Para mí es un honor participar en este proyecto ya que es un grupo de buenos surfistas, que además son de un gran interés en lo referente al  surf catalán. Yo no soy buena surfista, pero si soy una gran apasionada capaz de dejarlo todo por una olita de medio metro.

Quedamos el jueves 14 ya que entraba un buen swell de SO, pero acompañado de un fuerte poniente. Por el sur todo estaba muy ventado y nos dirigimos a una playa más resguardada. No la localizo por respeto a los surfistas locales ya que es un spot poco concurrido.

El pico se encontraba a la izquierda de un espigón y para entrar tenías que remontar por la playa de al lado salvando dicho espigón. Me explicaron el funcionamiento de las olas y las corrientes de esa playa, ya que no había entrado nunca y soy miedosa en un spot desconocido. Tuve la gran suerte de compartir ese día de filmación con un gran surfer, Alex. Entré con él y siguiendo sus pasos o, mejor dicho, sus remadas llegamos al pico rápidamente, gracias a esta soltura que me proporcionó el perseguirlo casi conseguí una apariencia de local. Cerca del espigón la ola era más pequeña, pero mucho más hueca y muy rápida, allí se quedó Alex y yo opté por alejarme del espigón e ir a la zona que eran más grandes, pero que abrían más suavemente.

El mar empezó a subir. Me costó una larga hora coger un par de olas ¡Qué nervios! Cuando quieres quedar bien es cuando quedas peor. Algunas las intentaba remar, pero no había manera de pillarlas, otras reconozco que debido a su tamaño y a la inexperiencia con esa ola me daban miedo y no me atreví a remarlas con convicción.

Cogí una buena derecha, tuve que bajar la pared muy agachada para no caer ya que la ola tenía muchos baches, para el take off ya pude incorporarme y reseguir la pared con la mano. ¡Una bonita ola! En  La segunda quise levantarme  rápidamente y al intentar girar caí.

Satisfecha de haber salvado el baño me fui para la orilla. Para salir tuve que adentrarme más debido al  tamaño de las olas y vigilar  que no me arrastrasen hasta el espigón. Una vez en tierra Mario, el productor, surfer y amigo, me informó que me habían filmado en la ola buena. Acabé con una sonrisa que no me cabía en la cara.

Las fotos  no son de ese día, pero sirven para hacerse una idea de cómo es esa ola y poder conocer el  lugar en el que se forma. Hace años que la observo, por eso tengo fotos, y siempre decía que yo allí no entraría nunca debido a su turbulencia, y al entrar en la desembocadura de un rio pensaba que el agua estaría muy contaminada. Mi sorpresa fue cuando descubrí que estaba completamente equivocada, la ola abre bien y con buen recorrido y la calidad del agua es aceptable. Realmente nunca se puede decir nunca.