El día que estrené mi Flama fue
una mañana de olas horribles. Me supo mal bautizarla en unas condiciones tan
malas, pero por otra parte sabía que encontraría poca gente en el agua y ese
día no quería nadie cerca de mí, temía por algún pequeño golpe.
Fui a la Barceloneta. Efectivamente
éramos cuatro en el agua, hacía viento y las olas estaban desordenadas. Tenía
miedo de no saber surfear con la Flama.
Había sido demasiado prudente con
la parafina y en la primera ola resbalé ¡Qué penita! En la segunda ya pude
aguantarme bien. Me conformé con media docena de olas malas y salí del agua con
una sonrisa de oreja a oreja
¡Parece que nos podremos entender!
La Barceloneta es un spot que está
muy masificado. Los días de olas grandes la Guardia Urbana acordona la playa y
no nos deja surfear, amenazándonos con importantes multas. Hay otros días que
las olas rompen en barra formando unos tronchos que dan pánico, a veces el agua
está muy sucia, pero todo esto queda recompensado con algunos días de olas
fantásticas. A pesar de todos los inconvenientes que tiene, la Barceloneta
engancha ¡es casa! y normalmente siempre salgo contenta del agua.