Siempre había deseado que me hiciera unas fotos de surf y
durante mi cáncer, en el año 2013, le comenté que aprovechara mi calva surfera
para hacerlas y poder echar un cabo a alguien en la misma situación que yo.
El día después de mi última sesión de quimioterapia me propuso hacer una sesión de
fotos con sus hermanos. No sabía si alegrarme o no. Por un lado me hacia muchísima ilusión, pero no tenía
fuerzas ni para ponerme los zapatos. Era el día que estaba más cansada de todo
mi tratamiento.
Fuimos temprano a la playa de Montgat, era un día de olas
pequeñas y glassys que no rompían
demasiado bien.
Mientras Júlia y Joan iban cogiendo
algunas olas yo no conseguí ponerme de pie en ninguna. No pude, me sentí frustrada
como surfista, pero Sara hizo fotos maravillosas de esos momentos vividos con mis
hijos surfeando juntos.
La mezcla de mi pasión por el surf compartiendo esas vivencias
con ellos, junto a mi desespero ante esa impotencia por la falta de fuerzas,
hacen que esa mañana sea única y la tenga muchas veces presente. Físicamente no
podía, pero el corazón sobrepasó esa carencia y el recuerdo que tengo es indescriptible
e inolvidable. Las fotos de Sara son un bello testimonio de aquella mágica
mañana.
Os muestro algunas de
ellas. Mi foto preferida es en la que aparezco calva y Júlia, en un hermoso y
espontáneo gesto, me presta un mechón de su largo cabello.
Ya os había comentado en otra ocasión lo que me ayudó el surf
cuando tuve el cáncer, y esta imagen ha sido la excusa para escribir esta entrañable
entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario