Flama es mi tabla de surf de madera de paulownia, ecológica y hecha expresamente para mí. El shaper que ha realizado este cuidadoso trabajo es Sergi Galanó. En este blog intentaré exponer mis emociones, las sensaciones y los pequeños avances que voy realizando con mi apreciada Flama. A la vez iré explicando mis inicios en el surf y alguna que otra historia.

martes, 17 de noviembre de 2020

11 de noviembre de 2019


Hoy me viene a la memoria un día de esos que no son fáciles de olvidar, recuerdo las condiciones y la fecha por las fotos y las notas que tomé.

A veces te apasiona una playa y no sabes el por qué. Me lo pregunto casi siempre que entro en este spot y más cuando se pone enorme y monstruosamente precioso.

El viento era NO, el swell NE y el tamaño de las olas rondaba los dos metros. Me puse el neopreno ya que me pareció que aunque estaba grande las series medianas eran asequibles. Me extrañó ver solo a tres surfistas en el agua, pues las olas se veían muy buenas. Empecé a remar hacia el pico, en esta playa está bastante lejos y no tiene nada que ver lo que ves desde fuera con lo que encuentras dentro.

Me sorprendió que había menos corriente de la que me esperaba, pero tardé en llegar a mi meta un buen cuarto de hora atravesando espuma tras espuma. Solamente me faltaba un  pato para franquear el último espumón que me separaba de mi destino, cuando vi a uno de los  surfistas esperando en ese punto.  En pocos minutos entendí el por qué no se decidía  a cruzar esa última barrera ¡Entraba una serie inmensamente grande y tubera! Como pude me mantuve entre esas solemnes olas observando el romper de la serie y su inmensidad. La belleza de ese espectáculo, en primera línea, me fascinaba y era más poderoso que el terror interior que sentía. Consideré que no tenía nivel para semejantes olas, solo de pensar en el revolcón de una sola  ya me  horrorizaba y aprovechando el borbotón de una de ellas salí disparada hasta la orilla. Ese día tardé mucho más en entrar que en salir, el otro surfer hizo lo mismo.

Me quedé un poco frustrada, pero a la vez  contenta de mi decisión, de saber hasta dónde puedo llegar, hasta dónde controlo la situación o no. Surfear no solamente es coger olas, has de observar el medio y  conocerlo. Hay días que el mar no te permite  entrar y has de aceptarlo y aprender y disfrutar mirando.

Fuera del agua decidí hacer fotos para recordar este inolvidable día. De los dos surfistas que quedaban en el agua vi como cogían una gran ola cada uno de ellos, son los que aparecen en mis fotos. Uno de ellos es un amigo, ¡qué valiente es Joli! Para mí es uno de los mejores surfistas de nuestras playas, tanto surfeando como fuera del agua, de esas personas que te alegran el baño.  

Un tiempo después me encontré con él y comentamos ese día, me dijo que él también tiene, en algunas ocasiones, miedo. El miedo puede ser un compañero cuando surfeas. Sentirlo en la piel y notar como se va extendiendo por todo el cuerpo y encajándose en cada pequeño rincón del cuerpo. Es el que provoca que te enganches fuertemente a tu preciosa tabla y hace que te sientas orgullosa  cuando consigues casi vencerlo y te atreves a remar esa ola que has temido, y si logras bajar esa pared, el placer no tiene nombre, es sencillamente indescriptible.



2 comentarios:

  1. Qué bonitas las playas. Lástima que, sobre todo en verano, la gente las utiliza como urinarios.

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    1. La masificación no es buena en ningún sitio, falta respeto y amor por el medio!

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